Hermanas Dominicas de Houston
Cuando tenía 28 años, era mesera y sabía que algo faltaba en mi vida. La idea de llegar a ser una Religiosa nunca había cruzado mi mente. Un domingo fui a la Iglesia y un miembro del Club Serra estaba ahí para hablar sobre las vocaciones. Pasé junto a él cuando me dirigía a mi coche, pero una voz hizo que me detuviera para obtener más información. Asistí al retiro que organizaron y supe que tenía que considerar la vida religiosa. Aunque traté de convencerme de lo contrario, fui a visitar varias congregaciones pero no me sentí bien. Luego, como Ricitos de Oro, en el tercer intento, en mi visita a las Hermanas Dominicas, me sentí muy bien. Especialmente me agradó su postura feminista y a favor de la justicia. Me atraía un amor más íntimo hacia Dios y ser Dominica era el mejor estilo de vida que yo podía tener.
Unir la ciencia y la religión: Cuando me acerqué a las Dominicas, ya tenía una Licenciatura en Sociología. Después hice una Maestría en Estudios Pastorales. Mi primer trabajo como Religiosa fue el de capellana en un hospital de distrito y también trabajé en el ministerio parroquial. Más tarde, cuando vi las primeras imágenes del telescopio Hubble, la belleza del universo me abrumó y quise aprender más sobre las relaciones entre la filosofía, la ciencia y la religión. Hice otro Posgrado de Filosofía y Religión. Cuando estaba estudiando, investigué los aspectos «cosmocéntricos» de las celebraciones Católicas Romanas, en especial el uso del agua, el aceite de oliva y el fuego en los sacramentos. Mi Congregación Dominica me apoyó muchísimo y me animó a lo largo de mis ocho años de búsqueda. Acabo de terminar mi Doctorado en Filosofía y Religión, en el que me concentré en los temas de Filosofía, Cosmología y Capacidad Consciente. Esto significa que debo aprender a incorporar el significado de lo que estamos aprendiendo de la ciencia, en especial nuestro conocimiento del Universo, con nuestra teología y nuestras prácticas espirituales y cómo esa nueva comprensión lo afecta todo.
El espíritu indomable: Gracias a mis estudios sobre el Cosmos, veo cómo el Espíritu se magnifica en cada individuo. Por ejemplo, en una ocasión le estaba yo ayudando a una mujer salvadoreña que era inmigrante en Estados Unidos; su familia era muy pobre, pero tuvo una oportunidad de conseguir muebles gratuitamente si podía transportarlos a su casa. Ella sólo tenía una camioneta pequeña, pero eso no la limitó. Pude ver que el espíritu indomable de esta mujer consiguió muebles para una familia de ocho personas. Fue sorprendente. El Espíritu está vivo en el Cosmos, desde las estrellas más grandes hasta las partículas atómicas más pequeñas, ¡y todo concuerda!