Hermanas del Verbo Encarnado y del Santísimo Sacramento
Cuando estaba en el primer grado en una primaria católica supe que quería ser Religiosa y maestra. Al paso del tiempo, mis pensamientos y mis ideas sobre los muchachos cambiaron esos planes. Después pensé que mi futuro sería el matrimonio y en tener 12 hijos. Mi educación y mis ideas sobre el futuro siguieron evolucionando. Después de terminar mis estudios universitarios, empecé a dar clases en una escuela primaria de Austin. Hacía mucho había olvidado algunas partes del plan que yo había tenido cuando estaba en la primaria y había olvidado a las hermanas que fueron mis maestras siendo niña.
Cuando asistí al funeral de una amiga, lo entendí todo. Tuve que preguntarme: «Rosa, ¿qué estás hacienda con tu vida y qué te está pidiendo Dios que hagas?». Tuve que decidir lo que quería desde lo más profundo de mi vida. Fue entonces que empecé a reconocer que podría tener una vocación religiosa. Eso me asustó. Hice un retiro con las hermanas y supe que había llegado a casa.
La vocación es música para mis oídos: La música es una pasión para mí. Y siempre ha sido uno de «mis caminos hacia Dios». También me doy cuenta de que es uno de los caminos para que mis estudiantes encuentren a Dios. Cuando estoy dando clases, se requiere un esfuerzo del cien por ciento para hacer que la música no sea solo un ruido alegre.
Cambiar y crecer en la fe a veces nos lleva por un camino diferente al que habíamos considerado antes. Actualmente, trabajo en el Ministerio del Campus en la Academia del Verbo Encarnado de Corpus Christi. Me encanta trabajar con los jóvenes. Constantemente me asombra el deseo ardiente que tienen de tener una profunda relación con Dios y encontrar el significado de sus vidas. Mi papel y viajar con ellos y ayudarles a entender que son hijos amados de Dios. Es como armonizar el ruido alegre con la música hermosa.
Una persona a la vez: ¿Cómo trabaja Dios en la sociedad y la transforma? Dios transforma a la sociedad a través de cada individuo. Dios trabaja a través de nosotros, sus discípulos y a través de nuestro testimonio. Él da a conocer su amor a través de nosotros, de lo que somos y de lo que hacemos. Para nosotras, como hermanas, eso ocurre ante todo a través de quienes somos como mujeres consagradas. Llegamos a ser sus instrumentos sagrados para tocar y transformar al mundo porque Él nos ha tocado. Dios está trabajando a través de nosotras… así que nosotras, como hermanas, nos esforzamos por vivir las palabras de nuestras fundadoras: «Tal vez ustedes sean el único Cristo que otros pueden ver hoy en día».