Hermanas del Verbo Encarnado y del Santísimo Sacramento
Nací en Estados Unidos pero crecí en México. Cuando era joven, me escondía en los viñedos y rezaba. Ni siquiera sabía que existían las religiosas. Después de asistir a la universidad, trabajé como maestra y también era bailarina, pero siempre estaba buscando algo más significativo en mi vida. Yo tenía la idea de que todas las Religiosas eran enclaustradas e inalcanzables. Cuando las conocí, me di cuenta de que eran personas ordinarias con un llamado especial. Descubrí que había grupos de mujeres que oraban y vivían el Evangelio. Cuando les dije a mis padres que quería ser Religiosa, se sintieron muy decepcionados porque ahora su hija, la intelectual, iba a «echar a perder su vida». Ellos, al igual que yo, tenían una idea muy diferente de lo que es en realidad la vida religiosa. Cuando conocieron a las Hermanas, pudieron ver que eran mujeres felices, desarrollándose en todos los aspectos, en lo emocional, lo intelectual y lo espiritual.
La gente está buscando una señal: Descubrí que las Hermanas del Verbo Encarnado y el Santísimo Sacramento eran tan alegres y amorosas, y supe que este era un tipo de vida que podía vivir. Decidí usar un velo porque quería que mi opción por la vida religiosa tenía que ser una señal radical y visible de mi compromiso. Estoy orgullosa de ser Religiosa y quiero ser una presencia visible de la Iglesia. El velo es un recordatorio constante de lo que soy y de lo que quiero ser.
La señora con pelo chistoso: La gente tiene hambre de Dios. En una ocasión, una niñita me vio y empezó a saltar emocionada al ver una mujer con «pelo chistoso», refriéndose a mi velo. Su madre trató de tranquilizarla, pero ella se acercó a mí y me preguntó: «¿Por qué tu pelo es blanco?». Le dije: «Soy Religiosa».
«¿Qué es una Religiosa?» preguntó. «Una amiga de Dios», respondí. «¿Tú HABLAS con Dios?» preguntó asombrada. «Sí», respondí. «¿Y DIOS habla contigo?», preguntó. «¡Sí!» respondí. Su rostro mostró una gran alegría. Yo quisiera que toda la gente supiera que Dios quiere hablar con ellos. Quiero ayudarles a sentir esa alegría.